Bastó una palabra de una extraña en las redes sociales: “Hola”.
Jordan DeMay leyó ese saludo en Instagram a las 10:19 p.m. del jueves 24 de marzo de 2022. Acababa de despedirse de su novia y se dirigía a casa para hacer las maletas: al día siguiente dejaría el frío de Michigan para pasar las vacaciones de primavera en Florida.
“¿Quién eres?”, respondió.
Alto, atlético y rubio, Jordan era una estrella del fútbol americano y del baloncesto en la preparatoria Marquette Senior High School. El joven de 17 años, elegido también rey estudiantil, a menudo recibía solicitudes de amistad en las redes sociales de chicas desconocidas.
El mensaje era de Dani Robertts. Su foto de perfil mostraba a una adolescente con una linda sonrisa y cabello castaño, abrazando a un perro pastor alemán. Dani le dijo a Jordan que era de Texas pero que estudiaba en Georgia, y que tenían un amigo en común. Comenzaron a textearse.
Cerca de la medianoche, Dani empezó con el coqueteo y le dijo a Jordan que le gustaban “los juegos sexys”. Luego ella le envió una foto desnuda y le pidió una a cambio, una “foto sexy” con su rostro. Jordan fue hasta el baño, se desvistió y se tomó una selfie en el espejo.
En un instante, la dulce adolescente desapareció.
“Tomé una captura de pantalla de todos tus seguidores y tags, puedo enviar esta foto a todos y también enviarla a tu familia y amigos hasta que se vuelva viral”, escribió Dani. “Todo lo que tienes que hacer es cooperar conmigo y no te exhibiré”.
Minutos después añadió: “Tengo todo lo que necesito ahora mismo para hacerte la vida imposible, amigo”.
La persona que amenazaba a Jordan conocía su escuela, su equipo de fútbol americano, los nombres de sus padres, su dirección. Había creado collages de fotografías de su familia y amigos y había pegado en el centro la foto de Jordan desnudo. Una captura de pantalla mostraba la selfie en un mensaje directo dirigido a su novia. Dani le dijo a Jordan que tenía 10 segundos para pagar o enviaría el mensaje.
“¿Cuánto?” respondió Jordan.
Dani pidió 300 dólares. El chico transfirió el dinero a través de Apple Cash y suplicó que lo dejara en paz. Pero no fue suficiente, ahora Dani quería 800 dólares. Jordan envió una captura de pantalla de su cuenta bancaria que mostraba un saldo de 55 dólares y ofreció enviar todo lo que tenía.
“No hay trato”, replicó Dani.
Para las 3 a.m., Jordan se estaba desmoronando.
Jordan: ¿Por qué me haces esto?
Estoy suplicando por mi vida.
Dani: 10… 9… 8…
Apuesto que tu novia te dejará por otro.
Jordan: Estaré muerto.
Quiero morirme.
Dani: Anda. Veré tu miserable muerte.
Jordan: Se acabó. Tú ganas….
Me mataré ahora mismo. Por ti.
Dani: Bien. Hazlo rápido.
O te obligaré a hacerlo.
Lo juro por dios.
Sextorsión, al alza
El National Center for Missing & Exploited Children (Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados, con siglas NCMEC) opera desde 1998 un sitio para reportar incidentes de explotación infantil en línea. A principios de 2022, sus analistas advirtieron un patrón alarmante: comenzaron a recibir cientos de denuncias desde todo Estados Unidos que distaban mucho de los casos típicos.
Por lo general, en una práctica conocida como grooming, los depredadores (hombres de mayor edad) pasan meses estableciendo lazos de amistad con niñas para persuadirlas de enviar fotos desnudas y obtener así una satisfacción sexual. Pero en estos nuevos reportes, chicos adolescentes estaban siendo engañados por personas que simulaban ser chicas adolescentes que enviaban, ellas primero, una foto sin ropa. La extorsión ocurría casi de inmediato, a veces en cuestión de horas. Y no tenía una motivación sexual, los depredadores querían dinero. Todos los extorsionadores decían lo mismo: “Arruinaré tu vida”, “Lo haré viral”, “Responde rápido, el tiempo corre”, “Tengo lo que necesito para destruir tu vida”.
En enero de 2022, el NCMEC recibió 100 reportes de extorsión sexual por motivos económicos. En febrero eran 173, en marzo, 259. Las cifras crecían tan rápido y el guion era tan similar que los analistas lo notificaron a Lauren Coffren, directora ejecutiva de la división de niños explotados del centro. En 2023, después de que el centro pidió que las plataformas comenzaran a monitorear el delito, el NCMEC recibió más de 20 mil reportes de este tipo.
La ruta al suicidio
Este chantaje, que el FBI llama sextorsión, se ha convertido en uno de los delitos contra menores de más rápido crecimiento en Estados Unidos, según la agencia. De acuerdo con el FBI, entre octubre de 2021 y marzo de 2023, al menos 20 menores, principalmente varones, se suicidaron después de ser víctimas de extorsión (desde entonces se han reportado siete suicidios más relacionados con la sextorsión, el último este enero). El delito está “simplemente fuera de control”, dice Mark Civiletto, agente especial en la oficina del FBI en Lansing, Michigan. “Es algo que afecta a todos los vecindarios del país”.
Los extorsionadores se han centrado en el método de explotar la vergüenza y la humillación de los jovencitos. Y las redes sociales les ofrecen una puerta directa a los adolescentes.
El año pasado, una encuesta de Snap Inc. entre más de 6 mil jóvenes usuarios de redes sociales en seis países, incluido Estados Unidos, reveló que casi la mitad dijo haber sufrido sextorsión en línea. Un tercio de ellos admitió haber compartido una foto íntima.
Hay incluso guías sobre cómo cometer este tipo de extorsión en TikTok y YouTube, en clara violación de las normas comunitarias de estas plataformas. Ambas compañías dijeron que habían eliminado las publicaciones relacionadas con esta estafa, pero aún hay contenido disponible.
A finales de enero, los directivos de las plataformas más grandes del mundo, entre ellas Meta, Snap y TikTok, fueron citados en el Congreso para responder cómo sus empresas habían puesto en peligro a una generación de niños. Les hicieron preguntas sobre los algoritmos adictivos y las tasas de suicidio juvenil, así como el repentino aumento de la sextorsión. En un momento de la audiencia, a Mark Zuckerberg, CEO de Meta Platforms Inc., propietaria de Instagram, se le pidió que dirigiera unas palabras a las docenas de padres desolados sentados en la galería, quienes sostenían fotografías de sus hijos muertos. “Lamento todo lo que han pasado”, les dijo.
Todo comenzó con el disparo
El viernes 25 de marzo de 2022 una llamada del 911 sonó en la radio de la oficina del sheriff en la ciudad de Marquette a las 7:40 a. m.: “17 años, suicidio, disparo”. Los detectives Lowell Larson y Jason Hart se miraron con sorpresa. Los suicidios de adolescentes eran muy raros.
Llegaron al lugar a los pocos minutos: Jordan estaba sentado en su cama, apoyado contra una pared salpicada de sangre. Su brazo izquierdo colgaba del colchón y en su mano derecha sostenía una pistola.Su teléfono celular estaba en su regazo y la pantalla se iluminaba con mensajes.
El “qué” del caso ya estaba claro, recuerda Larson. Era el “por qué” lo que le preocupaba. Jordan no tenía antecedentes de depresión o enfermedad mental. Todo indicaba que Jordan, tras irse a la cama, tenía la intención de despertar.
Kyla Palomaki estaba en clase pero no podía concentrarse. Los mensajes de texto que enviaba a su novio no llegaban. Seguía releyendo el último mensaje críptico de Jordan, enviado a las 3:30 a. m.: “Kyla, te amo mucho. Cometí un error y desearía poder continuar, pero ya no puedo. Esta fue una decisión que tomé y debo pagar”.
Jordan y ella se habían despedido alrededor de las 10 de la noche anterior. ¿Qué error pudo haber cometido en las primeras horas de la mañana?
El secretario escolar tocó la puerta del salón y pidió que Kyla saliera. Cuando ella vio a sus padres llorando dentro de la oficina, se le rompió el corazón. “¡No, no, no, no!” gritó.
Todos en la escuela conocían a Jordan. Marquette es una ciudad de 20 mil habitantes donde las puertas de las casas rara vez están cerradas con llave y las bicicletas robadas son noticia. Todos se conocen.
El teléfono de Kyla no dejaba de vibrar. La gente le enviaba mensajes preguntándole si era cierto que Jordan había muerto. Se difundieron rumores de que Kyla lo había dejado y por eso él se suicidó. Ella decidió salir de casa.
Mientras Kyla meditaba en el último mensaje de texto que Jordan le había enviado, seguían apareciendo nuevos mensajes de Instagram. Muchos extraños encontraron su cuenta porque el perfil público de Jordan en la red social estaba repleto de fotos de ambos juntos.
Un mensaje era de Dani Robertts. No contenía texto, solo una foto de Jordan frente al espejo de su baño. Kyla contuvo la respiración. Era la primera vez que veía una foto de Jordan desnudo. Miró la hora: 3:30 a.m. Este debía ser el error del que él hablaba. Y le respondió a Dani:
Kyla: ¿Qué es esto?
Dani: ¿Lo conoces?
Kyla: ¿Lo conoces tú?
Dani: Responde
Kyla: ¿Quién eres?
Dani: Apuesto que lo conoces
Kyla: Es mi novio, ¿por?
Dani: Juré que le arruinaría la vida con esto
Kyla: Se suicidó anoche. No, por favor
Dani: ¿Quieres que arruine su vida?
Kyla: Murió. No
Dani: ¿Quieres que arruine su vida? Sí o no
Kyla: Ya está arruinada ¿qué quieres decir?
Dani: Él irá a la cárcel
Kyla: ESTÁ MUERTO
Dani: Y esto se hará viral
Kyla: SE PEGÓ UN TIRO
Dani: Jaja
¿Quieres que pare y que borre esta foto?
Sí o no….
Coopera conmigo y esto terminará…
Solo haz lo que te digo y todo esto terminará.
Dani intentó videollamar varias veces a Kyla, ella corrió a contarle a sus padres. “Algo pasó anoche”, sollozó, “alguien tiene una foto de Jordan desnudo”.
Larson se enteró de la selfie ese mismo viernes por la noche. Inmediatamente llamó a Kyla, quien le habló sobre los mensajes que había intercambiado con Dani Robertts. Larson le pidió capturas de pantalla para investigar.
El sábado a primera hora el detective fue a la oficina del sheriff. Era su día libre, pero tuvo que presentar una solicitud de retención y divulgación de datos ante Meta para todos los registros asociados con las cuentas de Jordan DeMay y Dani Robertts.
Meta tiene un portal para que la policía presente solicitudes para preservar registros de cuentas relacionadas con investigaciones criminales. Al igual que otras empresas de redes sociales, debe conservar los registros durante 90 días. Solo entrega datos de los usuarios por mandato judicial.
Pero hay una manera de acelerar la solicitud: presentarla como una emergencia, es decir, que entrañe un daño inminente a un menor o riesgo de muerte para una persona. Larson creía que este caso ameritaba solicitud urgente. Le dijo a Meta que un joven de 17 años ya había muerto y que había una alta probabilidad de que otros menores también estuvieran en peligro.
Meta rechazó su solicitud al cabo de una hora.
Larson redactó entoncesuna declaración jurada y buscó al magistrado del condado que estaba de guardia ese fin de semana. Las órdenes fueron firmadas ese mismo día y las envió a Meta. Luego esperó.
“Me sentía impotente, estaba a su merced”, relata Larson. Un portavoz de Meta se negó a responder las preguntas de Bloomberg Businessweek sobre el asunto.
La noche siguiente, Larson recibió la notificación de que el informe de Meta ordenado por el juez estaba listo. El intercambio de mensajes entre Dani Robertts y Jordan DeMay, que abarcaba cinco horas, era peor de lo que podría haber imaginado. Lo leyó dos veces, con el corazón en la boca ante el descaro del extorsionador.
“Veré tu miserable muerte”.
Larson había encontrado el por qué. Su siguiente pregunta fue quién.
Los registros de la cuenta de Instagram de Dani Robertts contenían una pista: direcciones IP con marca de tiempo, un conjunto único de números que identifica un dispositivo específico en Internet. Larson los introdujo en una herramienta de geolocalización y ésta determinó que quien administraba la cuenta de Dani Robertts estaba en Lagos, Nigeria.
Ese día, el iPhone XR rojo de Jordan llegó a la Unidad de Delitos Informáticos de la Policía Estatal de Michigan en Marquette. Ryan Frazier, un analista forense digital que llevaba 10 meses en la unidad, extrajo todo el sistema de archivos del teléfono hasta el momento de la muerte del adolescente. Larson notó que no había ningún historial de mensajes con Dani Robertts.Jordan había borrado la conversación antes de suicidarse. La última actividad en el teléfono fue su mensaje de las 3:30 a.m. a Kyla y uno enviado a su mamá: “Madre, te amo”.
Al relatar los hechos, el labio inferior de Larson comienza a temblar. “Este caso”, murmura en voz baja, “es inolvidable”.
A mediados de 2022, la sextorsión dominaba la lista de reportes en el sitio CyberTipline del NCMEC. En junio, el centro convocó a las empresas de redes sociales a una reunión urgente para advertirles sobre la situación. Más de 50 personas se conectaron a la reunión, entre ellas representantes de Meta, Snap y TikTok.
Un mes después de esa reunión, el hijo de 17 años de Brandon Guffey, un legislador local en Carolina del Sur, recibió un mensaje de Instagram un martes por la noche. “Eres lindo”, decía. El mensaje era de una chica que vestía una camiseta corta en su foto de perfil. Al final, Gavin Guffey también fue extorsionado y se suicidó.
Unos días después, mientras planificaba el funeral de Gavin, Brandon Guffey recibió la llamada de una tía. Ella le contó que su hijo de 14 años había sido contactado en línea por alguien que decía ser la novia de Gavin, ésta le mencionó que personas peligrosas la estaban chantajeando con fotos de Gavin desnudo y le exigían 2 mil dólares.
Cuando Guffey abrió su propia cuenta de Instagram, encontró un mensaje similar. “Me dijo que necesitaba hablar conmigo de inmediato y que iba a arruinar mi carrera política”, relata el congresista.
Desde que compartió la historia de la muerte de su hijo, Guffey dice que ya no silencia su teléfono por la noche. No lo hace por los extorsionadores, sino por las víctimas. Cuenta que ha recibido alrededor de 200 llamadas de adolescentes, generalmente entre la medianoche y las 3 a.m.: “Cuando contesto me dicen: ‘Sr. Guffey, lo que le pasó a Gavin me está pasando a mí. ¡Ayúdeme, por favor!’”.
Las alertas por sextorsión desde Lagos
A principios de 2023, los agentes del FBI en Michigan tenían bajo el radar un edificio de apartamentos en Lagos. Registros de redes sociales y direcciones de correo electrónico obtenidos de Apple, Google y Meta vincularon a dos hermanos que vivían allí con el crimen. Los agentes del FBI encontraron evidencia de que Samuel y Samson Ogoshi, de 22 y 20 años, respectivamente, habían comprado cuentas de Instagram hackeadas, incluida la que usaba la ficticia Dani Robertts. Tenían 12 fotografías, incluida la foto de perfil de la propietaria original de la cuenta, una adolescente que no ha sido identificada, así como la foto de Jordan DeMay desnudo y el collage retocado con Photoshop enviado para atormentarlo. Sus correos electrónicos contenían un guión idéntico, palabra por palabra, de lo que había en los mensajes enviados a Jordan la noche de su muerte.
El FBI encontró pruebas de que los hermanos habían utilizado la cuenta de Dani Robertts para enviar mensajes a Jordan y a más de 100 víctimas en Estados Unidos, según registros judiciales.
Los hermanos Ogoshi fueron arrestados por las autoridades nigerianas en enero de 2023. Los registros judiciales revelan que provienen de una familia de clase media. Su padre es un militar retirado y su madre tiene un pequeño comercio en su complejo de apartamentos. El hermano mayor, Samuel, estudiaba sociología en la Universidad Estatal de Nasarawa; Samson era aprendiz de zapatero.
En agosto, los hermanos salieron de Nigeria escoltados por el FBI. Fueron extraditados a Grand Rapids, Michigan, para enfrentar cargos federales por la muerte de Jordan DeMay. Un tercer acusado, el nigeriano Ezekiel Robert, ha sido arrestado y está apelando una orden de extradición.
El FBI afirma que los hermanos Ogoshi y Robert trabajaron con tres cómplices, a uno de ellos le compraron la cuenta de Instagram hackeada, otro en Estados Unidos recibía el dinero de las víctimas y lo convertía en criptomoneda antes de enviarlo a otro cómplice en Nigeria. Los hermanos Ogoshi le dijeron al FBI que recibían solo una parte del dinero de las extorsiones.
Durante el proceso de extradición de los hermanos, el gobierno estadounidense prometió que no buscaría la pena de muerte. Este 10 de abril se declararon culpables de explotación sexual de adolescentes y enfrentan sentencias mínimas de 15 años de prisión, la pena máxima posible es de 30 años. Sus abogados no respondieron a las solicitudes de comentarios.
En noviembre pasado, otro nigeriano, Olamide Oladosu Shanu, fue imputado de dirigir una red de sextorsión similar que recibió más de 2.5 millones de dólares en Bitcoin de las víctimas.
Los “Yahoo Boys”: sextorsión al alza
Las presuntas redes criminales de Ogoshi y Shanu son el modus operandi de los llamados ‘Yahoo Boys’ de Nigeria, según un informe escrito por Paul Raffile, analista del Network Contagion Research Institute en Princeton, Nueva Jersey. Apodados así por los correos electrónicos de Yahoo que usaban inicialmente para estafar a miles de personas, a menudo haciéndose pasar por príncipes nigerianos, los Yahoo Boys son un grupo de estafadores con conocimientos digitales que diseñan nuevos engaños y alientan a otros a imitarlos.
Raffile encontró cientos de videotutoriales en TikTok y YouTube sobre cómo extorsionar a adolescentes. Raffile comenzó a estudiar el fenómeno de la sextorsión el año pasado después de que un amigo fue chantajeado y pidió ayuda.
Los videos de los Yahoo Boys explicaban cómo fingir ser una adolescente estadounidense. Ofrecían consejos sobre cómo mantener fluida la conversación, cómo comenzar a flirtear y cómo inducir a la víctima a enviar una foto sin ropa. Algunos de los guiones que Raffile encontró habían sido vistos más de medio millón de veces.
Aunque YouTube y TikTok son las plataformas preferidas para los videotutoriales, la extorsión generalmente ocurre en Instagram o Snapchat, según el informe de Raffile. Ambas empresas dicen tener tolerancia cero con este delito y han prometido hacer más para proteger a sus usuarios. Snap ha estado reforzando sus herramientas para combatir la sextorsión, afirma un portavoz de la red social.
Meta señala que está utilizando inteligencia artificial para detectar actividad sospechosa en la plataforma y para difuminar la desnudez. Asimismo, ahora muestra a los adolescentes un aviso de seguridad centrado en la sextorsión si se textean con una cuenta sospechosa.
En enero, los padres de Jordan presentaron una demanda por homicidio culposo en un tribunal estatal de California acusando a Meta de permitir y facilitar el crimen. Ese mes, John DeMay voló a Washington para asistir a la audiencia del Congreso que convocó a los ejecutivos de las redes sociales. Estaba sentado en la galería, sostenía una foto de Jordan sonriendo con su jersey rojo de fútbol americano.
DeMay, un caso de sextorsión para analizar
El caso DeMay se ha unido a un centenar más en una demanda colectiva en Los Ángeles que arguye que las empresas de redes sociales han causado daño a los menores de edad al diseñar productos adictivos.
“La forma en que estos productos están diseñados es lo que da pie a estos homicidas aprovechados. Son capaces de explotar la psicología adolescente y aprovechan la tecnología de Meta para hacerlo”, expresa Matthew Bergman, fundador del Social Media Victims Law Center en Seattle, el bufete que representa a los padres de Jordan.
Las demandas enfrentan un obstáculo importante: superar la Sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones. Este blindaje de responsabilidad ha protegido durante mucho tiempo a las plataformas de redes sociales de ser consideradas responsables del contenido publicado en sus sitios por terceros. Si el argumento de Bergman falla, Instagram no será responsable de lo que los hermanos Ogoshi le dijeron a Jordan DeMay.
Independientemente del resultado legal, los padres de Jordan quieren que Meta se enfrente al tribunal de la opinión pública.
Todos los mensajes de texto aquí recogidos son textuales (si bien traducidos), tomados de conversaciones reales citadas en documentos judiciales o videotutoriales compartidos en las redes sociales.
#ÚltimaHora | El Salvador figura en el top 3 mundial del Índice del Planeta Feliz (HPI), tan solo superado por la Isla de Vanuatu y Suecia. pic.twitter.com/GRgpeLYXNh
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