Las palabrotas se descartaron durante mucho tiempo como un tema de investigación seria porque se suponía que eran simplemente un signo de agresión, dominio débil del lenguaje o incluso poca inteligencia. Ahora tenemos bastante evidencia que desafía este punto de vista, lo que nos lleva a reconsiderar la naturaleza y el poder de maldecir. Seamos fanáticos de las palabrotas o no, es probable que muchos de nosotros recurramos a ellas…