Cuando alguien no se preocupa ni siquiera por regalarte momentos de felicidad, simplemente no vale ni el esfuerzo y mucho menos el tiempo que tú le obsequies. Para que restar horas, minutos y segundos a nuestra vida al lado de alguien que no es capaz de si quiera llenarte de momentos cargados de dicha.

Está bien dar sin esperar recibir, pero casi es de costumbre que este tipo de personas aparezcan en nuestra vida queriendo hundirnos. Son sanguijuelas que van extrayendo poco a poco todo lo que tú les das y hasta más, las mal acostumbras y cuando quieres tú obtener el mismo cariño que les brindaste te golpean más fuerte de lo que ya venían haciéndolo.

Pero luego aparece esa o esas personas que son magia, simplemente cuando tú decides darte tu puesto atraes a este tipo de personas a ti. Las que además de sonrisas te regalan momentos; salir a caminar, disfrutar de algún helado o simplemente la cosa más sencilla la cargan de fortuna.

Por un momento caes en pánico, y tu cabeza empieza a crearse mil y un formas de comparar tu pasado con este presente para no tener un final igual; pero, cuando esa persona te regala repetidas veces tantas sonrisas y sientes esa buena onda que lleva dentro, en definitiva vale la pena. Confía en tus instintos.

Fuente: Ninfómana