Reflexión: ¿Buenas noticias? ¿Malas noticias? Dios proveerá
Un anciano chino vivía en una pequeña aldea china una sencilla vida china.
Cierto día, se despertó para descubrir que su único caballo había desaparecido. ¡Vaya tragedia!, dijeron los vecinos del pueblo. ¡Tan mayor y sin un caballo con el que trabajar las tierras! ¿Cómo vivirá? Y fueron todos a su casa a compadecerse de él. El anciano chino, al ver aquel gentío delante de su puerta emanando tragedia, simplemente asomó la cabeza y dijo ¡Qué más da! ¿Buenas noticias? ¿Malas noticias? Dios proveerá.
Días más tarde, apareció el caballo desaparecido conjuntamente con una manada de caballos, muchas yeguas y un pequeño potro. ¡Vaya suerte!, dijeron los vecinos del pueblo. ¡Tan mayor y con tantos caballos que nunca más tendrá que trabajar la tierra! ¡Incluso un potrillo que vender! Y regresaron todos a su casa a celebrarlo con él. El anciano chino, de nuevo, asomó la cabeza por la ventana y dijo ¡Qué más da! ¿Buenas noticias? ¿Malas noticias? Dios proveerá.
Cierto día, el hijo varón primogénito del anciano chino montó uno de los caballos y tuvo un desafortunado accidente. El joven se quedó cojo. ¡Vaya tragedia!, dijeron esta vez los vecinos del pueblo ¡Su único hijo varón y no podrá hacerse cargo de él cuando las fuerzas le falten! Y, de nuevo, acudieron todos a su casa para lamentarse antes las noticias. El anciano chino, sorprendido ante aquello, salió esta vez a la calle y dijo una vez más aquello de ¡Qué más da! ¿Buenas noticias? ¿Malas noticias? Dios proveerá.
Con el tiempo, se declaró una guerra china en la provincia china y el ejército reclutó forzosamente a todos los jóvenes. Pero no al hijo cojo del anciano chino. ¡Qué suerte!, exclamaron los vecinos al enterarse. ¡Es el único en el pueblo que cuenta con la compañía y la ayuda doméstica de su hijo varón! De nuevo, los vecinos corrieron hacia la casa del anciano chino para darle la enhorabuena y celebrar con él la situación. El anciano chino, sorprendido nuevamente por aquella celebración, pronunció de nuevo las palabras ¡Qué más da! ¿Buenas noticias? ¿Malas noticias? Dios proveerá.
Moraleja: No te abatas por tu mala suerte, ni te ensalces por buena suerte. Siempre viene con algo o siempre se va con todo, pero siempre pasa por algo y si lo enfrentas con fé lo afrontarás con confianza y optimismo
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Temas: Buenas noticias, Dios proveerá, malas noticias, Reflexión, Sabiduría
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