El Cuatroteísmo es Discriminación: El Costo Social de una Ideología Excluyente
El cuatroteísmo, como denominaremos a la ideología política que impulsa la autoproclamada Cuarta Transformación de México, ha pretendido presentarse como un proyecto de inclusión social y justicia histórica. No obstante, detrás de su discurso de regeneración nacional, se esconde una dinámica peligrosa de exclusión y discriminación que divide al país entre los que están «con el proyecto» y los que son calificados como «opositores» o «adversarios». Esta división, alimentada desde las altas esferas del poder, refleja una preocupante tendencia a fomentar una discriminación ideológica, donde cualquier crítica o postura contraria es automáticamente descalificada.
La discriminación, en su definición más básica, es el acto de tratar de manera desfavorable a alguien en función de su pertenencia a un grupo. Bajo el cuatroteísmo, esto se ha traducido en un ataque constante a quienes no se alinean con su narrativa, sean periodistas, intelectuales, empresarios o simples ciudadanos que cuestionan las decisiones del gobierno. Ser etiquetado como «conservador» o «fifí» se ha convertido en una herramienta de deslegitimación que menoscaba el derecho a la diversidad de pensamiento.
La retórica oficial promueve la idea de que solo los que apoyan la Cuarta Transformación son verdaderos defensores del bienestar de la nación, mientras que el resto son vistos como obstáculos para el progreso. Esta polarización no solo socava el diálogo y la crítica constructiva, sino que fomenta una cultura de odio y desprecio hacia quienes no comulgan con el cuatroteísmo. ¿Acaso no es eso discriminación?
Más allá del plano ideológico, el cuatroteísmo también ha promovido un tipo de discriminación que trasciende a lo económico y social. Las políticas públicas impulsadas bajo este gobierno, con su énfasis en programas sociales directos, han creado una dependencia peligrosa y paternalista en ciertos sectores de la población. Mientras tanto, se estigmatiza a los empresarios y a la clase media, culpándolos de los males del país y desacreditando su papel en la economía nacional. Este tipo de discriminación, que enfrenta a las clases sociales entre sí, ignora el hecho de que el progreso y el desarrollo económico no pueden lograrse sin la participación y colaboración de todos los sectores.
El cuatroteísmo también discrimina de manera simbólica. La exaltación de ciertas figuras históricas, mientras se descalifica a otras, refleja una visión parcializada de la historia nacional. Este uso selectivo del pasado contribuye a la creación de una narrativa oficial que marginaliza cualquier interpretación diferente. De esta manera, se discrimina incluso a la memoria histórica, moldeando una versión conveniente para el poder en turno.
En última instancia, el cuatroteísmo es discriminación porque fomenta la idea de que solo hay un camino legítimo para mejorar a México, y ese camino es el trazado por quienes ostentan el poder actualmente. Al cerrarse al diálogo, al despreciar la pluralidad de ideas y al fomentar la confrontación, se está excluyendo a gran parte de la sociedad mexicana del debate público. Esto no es inclusión, es segregación política.
Si México quiere avanzar hacia una verdadera transformación, debe abrazar la diversidad de opiniones y fomentar un espacio donde el desacuerdo no sea motivo de desprecio, sino una oportunidad para enriquecer el debate. El cuatroteísmo, en su forma actual, parece más interesado en dividir que en unir, en discriminar que en incluir. Y esa es una factura que, tarde o temprano, la sociedad mexicana tendrá que pagar.
El cuatroteísmo, en su forma actual, parece más interesado en dividir que en unir, en discriminar que en incluir. Y esa es una factura que, tarde o temprano, la sociedad mexicana tendrá que pagar. pic.twitter.com/T10Eg3ve9B
— Feeling.Mx (@FeelingMx) October 1, 2024
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