Cómo evitar que el trabajo se apodere de tu salud
«Estamos hechos para movernos. Entre más me muevo, mejor me siento», asegura Sharon Gavin, una enfermera estadounidense que cambió súbitamente su rutina de hospital por una de oficinista. Al realizar sus rondas en el centro médico, Gavin se mantenía en constante movimiento. Ahora que permanece sentada ha comenzado a tener problemas musculares y de espalda.
Su caso es utilizado por la revista Health, especializada en salud, para ejemplificar los inconvenientes para el organismo que presenta el hecho de pasar más de cuatro horas diarias sentado, especialmente en una misma o mala posición. Dolores de espalda, obesidad, lesiones crónicas e incluso enfermedades cardiovasculares y diabetes son favorecidas por el sedentarismo. Así lo afirma el portal electrónico Saludalia.com.
Estudios señalan que permanecer sentado cuatro o más horas cada día puede causar que los músculos inmóviles pierdan su capacidad para metabolizar el azúcar eficientemente. Esto es algo que puede elevar los niveles de colesterol en la sangre e incrementar el riesgo de contraer diabetes. A la larga, ambas condiciones favorecen los fallecimientos prematuros.
Otros inconvenientes generados por la falta de movilidad en los lugares de trabajo son dolores de espalda y cuello, problemas de circulación sanguínea y desajustes en las curvaturas de la columna vertebral, especialmente en la región lumbar.
Conserva un buen estado de salud
Para evitar los inconvenientes previamente señalados, sin renunciar a tu empleo de oficina, existen varias recomendaciones:
Haz ejercicio dentro y fuera de tu oficina. El hecho es que una hora de gimnasio no basta para contrarrestar ocho horas de inmovilidad detrás de un escritorio. Para lograrlo debes caminar dentro de tu empleo. Da breves paseos y realiza estiramientos. Si sales a comer, camina.
Toma pausas. Dedica al menos los cinco últimos minutos de cada hora a caminar y estirarte. Ve a tomar un respiro y relájate entre cinco y diez minutos por cada hora de trabajo.
Mantén la buena postura. Procura sentarte firme, con la espalda erguida y un buen apoyo en tu espalda baja. Utilizar asientos ergonómicos e incluso consultar a un especialista sobre el tema es muy recomendable. De no ser posible, las claves son sentarse hasta el fondo del asiento (nunca en la orilla ni a la mitad), con la espalda recargada en el respaldo y firme.
Si debes mirar hacia abajo o alcanzar algún papel, prefiere mover tu cuello y tus manos antes que torcer tu espalda. Si vas a agacharte, hazlo en cuclillas, con la espalda recta y los pies juntos.
Utiliza mobiliario ergonómico. En ocasiones no basta el esfuerzo propio. Será necesario que cambies tu silla y acomodes el monitor de tu computadora, así como tu escritorio. En general, tu cabeza debe mirar al frente y mantenerse firme.
No te quedes pegado a tu asiento. Siempre con una buena postura, es recomendable que cambies frecuentemente tu posición y que equilibres adecuadamente tu peso. Levántate de tu asiento cuando puedas y estírate.
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